Nicolás II es uno de los personajes más simbólicos para la historia de Rusia, pues el definitivamente marcó un antes y después de la caída total de la monarquía Rusa. Nicolás II era descendiente directo de una de las dinastías más antiguas de la nación; la de los Romanov. Precisamente este linaje hereditario llegó a gobernar a principios del año 1613; su fecha de nacimiento data del 18 de mayo de 1868.
Sus antepasados eran nada más que Catalina la Grande, por lo que su destino era forjar las labores de mandato; algo de lo que él no tuvo mucho cuidado. Su vida familiar era muy atendida, ya que se consta de que estaba totalmente enamorado de su esposa; la zarina Alejandra, manteniendo a su vez una rutina muy apegada a su familia. Sin embargo, en cuestiones de Estado, esto era un panorama totalmente distinto.
La personalidad del zar
En sí este hombre monarca se le podría señalar de amable, amistoso y muy cariñoso con sus seres más allegados. Sin embargo, hay quienes pueden afirmar en los hechos históricos que el zar podría resultar ser un hombre totalmente hipócrita y cobarde en muchísimas situaciones. O al menos así lo definió el mismísimo káiser Guillermo II de Alemania que, a pesar de tenerle idea al respecto, también podría confesar que Nicolás II era un ser humano sin una pizca de maldad.
Últimos días
Rusia era sin duda uno de los imperios más gigantescos en aquellos días, y esto no tenía porqué preocuparle al zar. No obstante, algo de lo que no se percató y termino costándole mas de lo que imagino fue de que la nación padecía de muchísimas desigualdades sociales, razones suficientes para que los movimientos socialistas comenzaran a surgir y se llevara a cabo su fusilamiento el 17 de julio de 1918; a consecuencia del movimiento que los bolcheviques levantaron.