A principios de la XVII Dinastía, Egipto recibió una de las reinas más importantes en su historia; como lo fue Ahmose Nefertari.
Por cuestiones completamente políticas desde muy pequeña ya se le tenía planificado enlazar junto con su hermano Amosis; un acuerdo matrimonial. Este tipo de casos era muy común en el Mundo Antiguo; para preservar la sangre y trono entre las distintas familias de poder.
Era hija del Rey Tebano Sequenenra, quien justamente murió entre las tantas guerras que vivió Egipto. Es por esta misma razón que una vez su hermano ya proclamado como rey, siguió los mismo lineamientos que su padre. Debía enfrentarse en todos los escenarios bélicos posible; todo con el fin de que Egipto pudiese prosperar como nunca lo había hecho en su época. Y es así como inicia el Imperio Nuevo.
Es por ello que una vez formado este matrimonio entre hermanos, la figura de la reina Ahmose Nefertari fue figura clave para todas las decisiones que se llevaran a cabo entorno al reinado; puesto que aunque su hermano era quien encabezaba el poder y tomaba los aciertos, su hermana en sí era quien poseía el mando; dado a su carácter y convicción de hacer que su cónyuge siempre la escuchara atentamente.
Reconocimientos para la reina
La reina, como autoridad, fue tan ejemplar que se le vio entornada de muchas condecoraciones; reconocimientos que nunca se le habían tomado en cuenta a ninguna esposa Real. Tal fue la importancia de este personaje para el pueblo egipcio que una vez cuando murió esta reina, fue ordenada para que fuera deidificada.
La Esposa del Dios, tal como también la conocían sus súbditos y que le permitió ortogar a sus hijas esa garantía de sangre pura en su linaje familiar.